El ser humano es consciente desde hace siglos de que la música es un estímulo que no nos deja indiferentes, más bien todo lo contrario, suele dejar una importante huella en las personas.
Ya en tiempos de la Grecia antígua comenzó a relacionarse la música con ciertos beneficios para la salud, pero no ha sido hasta mucho después, a finales del siglo XIX, cuando comenzó a estudiarse de forma científica cuáles eran éstos y en qué campos era aplicable la música como terapia.
A día de hoy, estamos en un punto mucho más avanzado de este proceso, y ya conocemos un gran número de trastornos que pueden mejorarse gracias a la música,
Sus aplicaciones son múltiples, y el tipo de terapias que se han desarrollado, también. La música se utiliza con muchos fines distintos, y los métodos empleados para lograr los objetivos, también lo son. En algunos casos la música es usada como terapia en sujetos pasivos (es decir, los sujetos obtienen el beneficio a través de escuchar la música), mientras en otras situaciones, se utiliza por parte de sujetos activos, esto es, quienes se benefician lo hacen a través de la creación musical.
En la musicoterapia receptiva, que es la primera de las modalidades, pueden obtenerse mejoras a nivel de relajación, que pueden aplicarse para trastornos de ansiedad y estrés, pero también para estimular el pensamiento creativo.
Cuando las terapias se llevan a cabo a través de la expresión musical por parte del paciente, pueden plantearse con otros objetivos, como potenciar sus recursos mentales para que sea capaz de sobrellevar situaciones difíciles, o tomar plena conciencia de su situación. La idea es que a través de esta terapia logre comprender qué le sucede y por tanto sea capaz de aplicar soluciones a su problema por sí mismo.
Pero lo cierto es que, sea cual sea el tipo de musicoterapia que se lleva a cabo, las aplicaciones son mucho más ambiciosas de lo que nadie hubiese podido imaginar en sus comienzos.
Hoy en día esta práctica se emplea en la recuperación de infartos cerebrales, el tratamiento del alzheimer, el parkinson o el autismo, para corregir comportamientos inadecuados, especialmente en adolescentes y niños, para mejorar la calidad del sueño, en terapias educativas para discapacitados...y así hasta completar una lista inacabable de situaciones en las que el uso de la música ha demostrado ser eficaz.
Nada mejor por ejemplo que escuchar esta pieza de Beethoven mientras lees nuestro articulo: